Cuevas del Patronato, antes de Pineda, no de Facaracas
En la margen izquierda del barranco de Anzofé, casi en el punto donde se une al barranco de Gáldar, se encuentra uno de esos lugares cargados de historia y debate toponímico: las Cuevas del Patronato. Durante los últimos años, algunos las han identificado con las llamadas Cuevas de Facaracas, pero la revisión de documentación histórica nos obliga a rechazar esa asociación.
El conjunto rupestre ha recibido distintos nombres a lo largo del tiempo. Hasta el siglo XVIII se conocía como Cuevas de Pineda, denominación que quedó registrada en un documento de 1773, cuando el presbítero Gerónimo Thovar de Betancurt instituyó una capellanía en la iglesia de Santiago de Gáldar, dotándola con tierras y cuevas situadas “en el pago que dicen de las Cuevas de Pineda”. De ahí derivaría su nombre actual, vinculado al Patronato o Capellanía fundado por este sacerdote.
El topónimo “Facaracas” ha sido propuesto en las últimas décadas del siglo XX, a raíz de la interpretación de algunos textos, como la expuesta en un artículo de Celso Martín de Guzmán. Sin embargo, estudios posteriores, basados en los Repartimientos de Gran Canaria y otras fuentes documentales, sitúan la auténtica Vega de Facaracas no en Gáldar ni en el barranco de Anzofé, sino en Palominos, una zona diferente dentro del territorio insular.
El Libro de Fundaciones del monasterio de San Antonio de la Vega de Gáldar menciona, según el citado artículo, una finca en la vega de Facaracas vinculada al Patronato de las Monjas Bernardas, pero ese patronato nada tiene que ver con el que da nombre a las cuevas que tratamos. En realidad, el vínculo histórico de las Cuevas del Patronato es con la capellanía de misas rezadas establecida por Thovar de Betancurt en 1773, y no con el de las monjas Bernardas de Las Palmas, lo que reafirma que las tierras adscritas a ella -en la vega de Facaracas- estaban en otro lugar.
Las actas municipales galdenses también confirman esta identificación. En enero de 1865, el Ayuntamiento recogía en sus registros la existencia de un “camino sobre las cuevas del barranco de Anzofé (…) donde se sitúa la hacienda del Patronato fundado por Don Gerónimo Tobar”. Este testimonio refuerza la continuidad histórica del nombre y su vinculación con la fundación eclesiástica local.
A lo largo del tiempo, las tierras de las Cuevas del Patronato han conocido múltiples usos: cultivo de cereales, viña y frutales, e incluso plataneras en época reciente. Las propias cuevas han servido como viviendas, gañanías, bodegas o lagares. Hoy, sin embargo, muchas se hallan deterioradas o abandonadas, víctimas del paso del tiempo y del olvido.
Su historia —entre documentos, disputas toponímicas y testimonios locales— nos recuerda la riqueza patrimonial del municipio de Gáldar y la necesidad de preservar estos espacios que son testigos silenciosos de la vida rural y religiosa de la comarca. Con cualquier nombre que se les dé, las Cuevas del Patronato merecen otro destino.
Esta entrada es un extracto de un trabajo más amplio sobre el origen de la toponimia de las Cuevas del Patronato, quienes deseen profundizar más en los detalles aquí expuestos pueden visualizar la versión extendida en formato libro digital (28 páginas) pinchando en la siguiente imagen.



Gracias por tus valiosos estudios
ResponderEliminarGracias, Julia, por tu apoyo y seguimiento.
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